30 sept 2008

- Testimonios -

La piel es el órgano más extenso y visible del cuerpo humano. Escondite de los perfumes, se trata de uno los órganos más rico en tejidos, células y vasos sanguíneos.

Uno de los principales enemigos de la piel es el fuego. Pero ahora los pacientes que han sufrido graves quemaduras pueden recuperar su piel gracias a los injertos.

Esta alternativa salvó la vida de María Esther Hereñú, una de las sobrevivientes del accidente del avión de LAPA en el que murieron 67 personas. La mujer, de 37 años, vivió múltiples operaciones y todavía deben realizarle más cirugías reparadoras.

Y, aunque afirma que aún siente que se está quemando, con el tiempo recuperará bastante de la piel perdida.

Hereñú fue atendida en estos seis meses de internación por el equipo del doctor Fortunato Benaim, director del Centro de Excelencia para Asistencia de Quemaduras que funciona en el Hospital Alemán y pionero en la realización de injertos en la Argentina.

Enaim explicó a Clarín que injertar es sacar tejido de un lugar y ponerlo en otro. Parece sencillo, pero se trata de una técnica que requiere de una precisión y delicadeza dignas de un relojero suizo.